Tres Putas Lágrimas

¿Cuanto hace que no lloro? Creo que no lo recuerdo, no tengo ni idea de cuanto tiempo puede hacer desde la última vez. Incluso me han llegado a decir que yo no tengo lágrimas...

Madrugada del martes 8 de Diciembre; Aún no había llegado al albergue en el que me hospedaba y comencé a hacer balance de todo cuanto había pasado en el puente de la Inmaculada. En prácticamente 5 minutos repasé cada segundo vivido en esos días tan intensos, recordaba el susto reciente del viernes por la noche antes de salir, el recoger a cada uno de mis compañeros de viaje, de cada estupidez que deciamos durante el camino. Recordé también el sentirse mayor de "Siete" tan solo por haber pasado Despeñaperros, del desayuno con café y tostadas de la madre de Rodri, del pueblecito de Burgos y su morcilla típica, de cada fuente en las que llenamos la botella de agua, del lector de huellas del albergue, el incofundible olor de nuestra habitación, de cada copa de vino, de cada "pincho" que la acompañaba, de la plaza de la verdura, de la primera noche de fiesta en chandal, de los parecidos de la gente, del conocer a mil personas...

Recordaba, como no, el primer desayuno que probé en La Rioja, y el siguiente que no fuí, las fotos en el río, la iglesia pequeñita, el trayecto hasta Santo Domingo, el mercadillo medieval, el puesto de las hierbas, el de las flautas, de las espadas, el del marmol, al gordo del puro y su ronca risa, el olor a chocolate, el calor del chupito de orujo recorriendo mi garganta, los bailes y la música, el retorno hasta Ezcaray, la tortilla picante de "La Taberna", el sueño típico que te da el vino antes de ducharte, el Sura Bura la segunda noche, la interminable pártida de futbolin, el reportaje fotográfico en la habitación, el dormir siempre con alguna voz de fondo...

Recuerdo la voz grave del anciano que nos indicó donde quedaba el "Terete", del sabrosisimo sabor de su cordero, de la vinoteca en la plaza de Haro, de los "Rondigarabaralasunçaos" que a todas horas nos hacían reir, de las "papas" bravas y de nuevo la tortilla picante, de los movimientos de cintura y contoneos de Andrea y la simpatía gratuita de Juls, de las idas y venidas a la barra, de la camiseta de manga corta de Rodri, de las despedidas, de los abrazos...
...Y fué en ese mismo instante cuando esas tres tímidas lagrimillas se quedaron en un huequecillo del ojo. No es exactamente llorar pero si es una mínima expresión de esa sensación, de ese nudo en la garganta. Aún así puedo afirmar que me lo he pasado mejor que en ningun puente y recomiendo las tierras riojanas a todo el que lea esto!! Gracias amigos de aventuras por esta experiencia!!! 1 Abrazo